Ya no hay que preocuparse de donde está escondido el gato, porque unos científicos con mucha imaginación y no menos tiempo libre (por no hablar de recursos) han conseguido que los adorables mininos (clónicos, por añadidura) sean fluorescentes cuando son expuestos a luz ultravioleta. Para encontrar al gato bastará con entrar en la habitación (o la foresta) donde esté emboscado provisto de una lámpra UV cual Grissom. Ya veo a Piolín decir "me pareció ver brillar a un lindo gatito".
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