Es lo que podría decir cualquier usuario del nuevo sistema que se está implantando en algunos tanatorios de España, el de los ataúdes reciclables. Procedimiento operativo estándar: te meten en el estuche, te hacen la ceremonia de despedida, te entierran/creman.
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Pero antes de este último y definitivo paso del interior de esa bonita funda de la mejor madera del mejor pino con la mejor veta y el mejor barniz, sacan otra caja que es la que realmente contiene al difunto y es esa la que pasa por las llamas o la que se dedica a acompañar al futuro criador de malvas.
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Ecología en estado puro, claro, porque por lo visto se ahorra un disparate en árboles cortados, amén ("amén, amén", que dice aquí la Cañizares, minuto 4, segundo 33, tras el memorable momento de entrar haciendo eses, con la camiseta manchada de vino, con una tajada como un piano y diciendo "he aprendido a beber en porrón") de no contribuir ni al calentamiento global ni a la contaminación al incinerar la madera y los barnices y las colas que conforman el ataúd.
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El muerto al hoyo y el ataúd vivo de nuevo al expositor de la funeraria, donde se le coloca el cartel de "segunda mano" y el vendedor se lo ofrecerá al cliente con el consabido argumento de "esta casi nuevo, era de una señora muy mayor que sólo lo usaba para ir al supermercado... digo que sólo lo usó una vez".
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Y es que hay mucho cachondeo con esto de vender el último traje que llevaremos (como decían en "Men in Black"), y si no que se lo digan a esos funerarios italianos que hasta sacan cada año un calendario en el que guapas mozas posan junto a atractivos cofres de madera forrados de finas telas, con el tradicional buen gusto del exquisito diseño italiano, que es que para estas cosas son únicos.
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Terminemos con una cita de los grandes clásicos de las adivinanzas, que para que acertaras que se estaba uno refiriendo al ataúd las pistas eran que quien lo usa no lo disfruta y quien lo encarga no es para él (normalmente).
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1 comentario:
Me ha dejado pasmado lo del calendario italiano con hermosas señoritas paseando junto los ataúdes... ni que eso fuera a hacerlos más atractivos, joder.
En Edimburgo las funerarias solían tener sus escaparates como cualquier otra tienda, y tenían su ataúd de moda, unas cuantas lápidas religiosas, infantiles, sobrias, modernas... un puñadito de urnas e ideas para diseñar su propio funeral. ¿Lo más friki? el escaparate de navidad, era completamente escalofriante.
Un saludo,
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